La etapa de los 2 años es, para muchas y muchos, “la más bonita de la infancia”. Nuestros peques comienzan a tener capacidad de representación simbólica, a imitar y implicarse de verdad en el mundo que les rodea. Jugar va a convertirse en una forma de expresión, de realización y de liberación de energía, además de ser fundamental para continuar “aprendidendo a aprender”.

 

 

Proporcionarles en este periodo juguetes que les ayuden a desarrollar su imaginación y fomentar la fabulación representando papeles es una buena idea. Recuerda que no es necesario que para jugar a los cocineros nuestros hijos tengan toooodo lo necesario en una cocina en tamaño mini. El juego simbólico consiste, precisamente, en representar de forma simbólica situaciones del mundo que les rodea. Eso implica “hacer como si” cocinara usando una caja en vez de una olla en miniatura o  “hacer como si” fuera el pediatra de su muñeco usando cualquier objeto como estetoscopio ¡no necesita uno de juguete! Si lo tiene, estupendo, pero es recomendable dejar que estos momentos de juego surjan espontáneamente.

 

A los 2 años son recomendables coches, carretillas, camiones, trenes que puedan empujar, cargar y vaciar; construcciones; herramientas; cubos, palas, rastrillos y moldes para jugar con arena; muñecas; teléfonos de mentira; cunas y cochecitos; cacharritos; caballos escoba; pintura de dedos o plastilina no tóxica.

 

A partir de los tres años, los niños comienzan habitualmente a relacionarse con otros niños y cuentan con ellos para sus juegos. Es en esta etapa en la que a veces aparece un amigo imaginario porque, en realidad, lo más importante para ellos siguen siendo sus propios deseos a la hora de jugar.

 

Patines y triciclos son los reyes de esta época pero también equipos que les permitan sentirse “parte del equipo” en casa como escobas o fregonas de su tamaño . Animales, linternas, muñecos y muñecas, construcciones… les encantan y comienzan a sentirse atraídos por puzzles algo mas complejos, cartas de memoria y otros juegos de mesa.

 

Los cuentos son el juguete perfecto a cualquier edad. Identificar el tipo de narraciones que le gustan a tu hijo y ofrecérsela estimulando su interés por la lectura es la mejor inversión que puedes hacer: desarrollan su lenguaje e imaginación, facilitan su adaptación a la escuela y suponen una herramienta de aprendizaje como no hay otra.

 

Recuerda que, aunque sean aún pequeños, interiorizan el mensaje que transmiten los cuentos por lo que poner algo de cuidado en su elección es necesario. En 7 sentidos recomendamos aquellos que hablen de tolerancia, integración, solidaridad o igualdad de sexos frente a historias más tradicionales ¡la variedad es enorme!

 

A partir de los 4 años es frecuente que nuestros hijos se identifiquen con un género, por lo que transmitir la idea de que ningún juguete está asociado a un género concreto desde que son pequeños les ayudará a desarrollarse en el sentido que les haga ser más felices.

Los roles juegos de roles (ser maestro, médica, mamá o papá) fomentan su capacidad para ponerse en otros lugares y entender realidades diferentes a las que viven en su día a día. También ayudan a saber desenvolverse en las tareas domésticas; los juegos relacionados con construcciones o manejo de vehículos les ayudarán a desarrollar su conciencia espacial y a liberar tensión, potenciar destrezas físicas, tomar iniciativas y afirmarse individualmente. Ambos son recomendables para niñas y niños.

 

De nuevo, y aunque su capacidad de atención sea cada vez mayor, una larga exposición a pantallas o juegos de vídeo no está recomendada. En cualquier caso, elegir bien los contenidos de entrenamiento a los que tienen acceso nuestros hijos en forma de dibujos animados o videojuegos es necesario siempre.